Teatro en el cementerio.

“La viva (y divertida) historia de los difuntos de Castellón”.

A primeros de mayo de 1861, el nuevo cementerio de Castellón estaba listo para acoger el primer enterramiento. La ciudad había crecido más rápido de lo esperado y Castellón necesitaba trasladar el camposanto del Calvario a un nuevo recinto. Sin embargo, el alcalde de la época, D. Jaime Bellver, tenía la pretensión de que el primer difunto debía cumplir unos exigentes requisitos: ser pobre de necesidad y ser una persona virtuosa. Los moribundos del momento no alcanzaban los requerimientos, hasta que llegó la noticia de que una viuda, muy pobre y muy honrada estaba en sus últimas horas. Dña. Antonia Llop era la candidata ideal, pero, para desesperación del munícipe, no subió a los cielos hasta el 12 de mayo; día en el que, por fin, se pudo inaugurar el Cementerio de San José.

Está chocante historia es una de las tantas que los espectadores más curiosos pueden conocer en las visitas teatralizadas que se ofrecen en el cementerio de San José por la Asociación “Viure la mort” (Vivir la muerte). El nombre del colectivo lo clarifica todo, su objetivo es dar a conocer la vida y milagros de aquellos que moran en el camposanto castellonense.

Al frente de esta iniciativa y de las visitas guiadas y teatralizadas, se encuentra Queta Ródenas, escritora local que ha dedicado los últimos años a devanar las historias casi perdidas de nuestros muertos más ilustres ( y también de los menos recomendables). 

En las visitas teatralizadas, participan más de una treintena de actores amateur que no duda en dar vida a quienes formaron parte de la historia de la ciudad. Un Francisco Tárrega, célebre guitarrista que falleció pobre en Barcelona y cuyos restos trasladó el ayuntamiento al cementerio castellonense. Pero, en la representación, no solo se contará esto, sino también algunas intimidades más de la familia, como que las malas lenguas decían que la paternidad de su hija pertenecía más bien a su hermano.

Así, entre chanzas, chismorreos verificados y anécdotas de otros tiempos, conoceremos a personajes reales variopintos y divertidos como la archifamosa folclórica Lola Cabello que tuvo la desgracia de morir en la capital de la plana tras una actuación. Sus restos descansa en paz aquí, más recordados por su amante que por su marido.

A lo largo del año, la asociación programa visitas de diferente cariz y tematizadas, donde se pueden conocer los artistas que yacen en el camposanto o la más macabra, la que relata los crímenes más famosos de Castellón y que quedan también plasmados en el último libro de Queta Ródenas “Cartografía del crimen”.

Alcaldes, arquitectos, ingenieros, viceconsules, librepensadores, militares matemáticos, maestras, hijos predilectos y un sinfín de personajes que sacan sonrisas a los visitantes, porque, como ellos mismos dicen: “las historias de este cementerio son un ‘Sálvame’ funerario”.

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