Un museo al aire libre, sin puertas, sin ventanas, sin entrada ni salida. Esta es la ruta de los olivos milenarios del Maestrat, donde se concentran alrededor de 5.000 especies centenarias, la gran mayoría en el término de Canet lo Roig. Para el turista adentrarse en este mar de olivos, algunos con más de dos mil años de antigüedad, es abrirse a un mundo de sensaciones único en el mundo.
Algunos serían probablemente plantados por íberos o romanos –justamente su emplazamiento coincide con el trazado de la Vía Augusta– y, seguramente, la gran mayoría en época musulmana.
El viajero se transporta, sin quererlo, a un mundo ancestral. Sin duda, el paisaje, nos sitúa en la historia, en una historia viva y latente que persiste hoy gracias a las huellas del paso de los años de estas inmensas moles de troncos que suman casi cuatro metros de perímetro, por lo que alcanzan, así, la calificación de monumentales. Otros, superan hasta los diez metros. Prueba de ello son sus troncos y raíces, barrocamente retorcidas por el paso de los años, pero que siguen mirando la vida pasar impasibles, eternos, perpetuos e infinitos.
Canet, La Jana, Traiguera y Sant Mateu
Si los olivos milenarios del Maestrat –situados en Canet, La Jana, Traiguera o Sant Mateu– han permanecido impasibles hasta hoy es porque sus propietarios, durante siglos han sabido conservarlos, cuidarlos y protegerlos como un acto de amor, para que no acabaran como esculturas o simples adornos en cualquier mansión o rotonda… Para que permanecieran en su lugar de origen; en casa.
Un ejemplo de fortaleza es que el olivo de Culla se heló en el 1956 y gracias a que sus propietarios trataron de conservarlo, medio siglo después, recibió el premio al mejor olivo monumental de España 2012.
Su perseverancia ha permitido que Castellón cuente hoy con este epicentro de concentración de árboles milenarios y perpetuar, de esta manera, la cultura del olivo en la localidad.
No obstante, para contribuir a su conservación ha sido necesario dotarlos de un valor económico, y aquí es donde adquiere protagonismo indiscutible el elixir dorado: su aceite.
La producción de este oro líquido es poca, pero su precio en el mercado puede alcanzar los 200 euros por botella, como ocurre con la prestigiosa marca Mil del Poaig. Este producto ha sido incluso estudiado en la propia Universidad de Harvard gracias a un proyecto patrocinado por el gran chef Ferrán Adrià.
El preciado elixir dorado es la base principal de numerosos platos que se sirven en los menús de hasta 37 restaurantes de la zona del Maestrat.
Sin embargo, la fama de estos olivos no llegó hasta el año 2016 a raíz de la proyección de la película El olivo, de Icíar Bollaí, nominada a los Premios Goya.
Abrazar, sentir y oír el latido de los milenarios árboles
Para el turista la empresa Itinerantur ha ideado una recorrido que transcurre por unos seis kilómetros de paraje y que comienza en Canet.
Durante el mismo cada visitante puede abrazar, sentir y oír el latido de los milenarios árboles, con explicaciones de la historia que entrañe a cada uno.
Una ruta senderista, que se puede hacer también en bicicleta y a caballo. El itinerario contempla una parada en el árbol de la película El olivo, así como en otro famoso denominado “de las cuatro patas”, en Canet, que fue galardonado en el año 2016 como el Mejor Olivo Monumental de España, con un perímetro de 5,70 metros y una antigüedad de 1.100 años.
Para finalizar con la visita, no te puedes perder la cata de aceite procedente de estos monumentos naturales y una degustación de la singular gastronomía de la zona a base de este producto hacen de esta ruta uno de los reclamos turísticos más destacados de nuestra provincia.