Bodegas Barón d’Alba

Vinos Clos d'esgarracordes: ambrosía con sabor a mar

         “El vino debe recordar su origen primario, pero también tener los toques de la tierra que lo vio nacer”, dice Sergio Garrido propietario de la Bodega Barón d’alba. Tal vez por ese motivo, cuando tienes un tinto crianza de Clos d’esgarracordes en la boca, la madera de barrica no le ha arrebatado la esencia frutal y quizás por eso también, el paladar parece rememorar los aromas al Mediterráneo que baña estas tierras.

         Porque el mar no está lejos del Plà d’Useres (el Llano de Useres), donde se ubica la bodega y los viñedos. A pesar de encontrarse a 30 kilómetros de la costa, el terruño se impregna de las plantas aromáticas de este clima y, en cierta medida, todo ese aroma se impregna en cualquier cosa que viva o crezca en estos parajes.

         Clos d’esgarracordes es el sueño de un vino hecho realidad. Los antepasados de Sergio Garrido hacían vinos en estas tierras hace más de un siglo. Tal vez por eso, a pesar de haber abandonado durante más de 20 años la tradición, este joven volvió a soñar, allá por el año 2001, que era capaz de crear un vino de la tierra con cuerpo y carácter.

         Así surgió la bodega de Baron d’alba. “Compré una finca y sustituí los antiguos almendros por vides”. Empezó con Tempranillo, Monastrell, Cabernet Sauvignon y Merlot, aunque después siguieron otras variedades como la Garnacha, Syrah y Macabeo. Y ahora, en última instancia la Gewürztraminer, con la ambición de probar nuevas experiencias.

         El primer vino que produjo la finca, mil botellas, fue exquisito y sorprendió a todo el mundo, “tanto que nos emborrachamos de éxito, pero la tierra nos demostró que ni iba a ser tan fácil y la siguiente cosecha fue un desastre”, cuenta con humildad y franqueza Sergio. Afirmó que por eso, se dio cuenta que debía «formarse, aprender y saberse aconsejar». Y ya a partir de 2006, estaban listos para volver a intentarlo, sin embargo, prefirieron «esperar tres añadas más y consolidar el cultivo y el proceso”.

         Mª José (esposa de Sergio), Juanjo, en los trabajos de bodega, Albert, en el campo y Sergio, son el núcleo de esta empresa joven de edad pero fuerte de espíritu, que se deja guiar por los sabios consejos de Mario Malafosse, enólogo y discípulo del gran enólogo francés, Denis Dubourdieu.

         Juntos han conseguido sacar nueve vinos prometedores que ya se pueden encontrar en las tiendas de gourmet y en restaurantes de toda España.

         Un vino pensado para paladares que primen lo natural, que sepan apreciar el proceso de elaboración casi artesanal y la vocación de no perder la esencia de la tierra

         Clos d’esgarracordes rememora el apodo de un ancestral propietario de la finca, conocido por voltear las campanas con fuerza hasta que rompía la cuerda. Con ese empeño aspira también su actual propietario a conseguir el sello de la Denominación de origen de Vinos de Castellón que, dará un empuje más a este proyecto que, por su calidad ya tiene un sitio entre los mejores caldos del terreno.

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