La llaman la «Virgen del colmillo», porque sus 27 centímetros están tallados sobre el marfil del canino de un elefante. Su dulce rostro es objeto de veneración porque cuenta la historia apócrifa que San Vicente Ferrer llevó esta pieza consigo en sus viajes evangelizadores. Pero esta singularidad es una anécdota al lado de la belleza que envuelve el edificio entero que la cobija: iglesia y convento de los Carmelitas de Caudiel.
Se trata de un templo que comenzó a construirse en 1627 sobre la antigua iglesia de Jesús Nazareno y que se culminó en 1713 con la finalización de las obras de la capilla y camarín de la virgen. Se trata de un emblema del arte barroco valenciano que deja absorto al visitante por lo inmensurable de su decoración y abigarramiento. Angelotes, acantos, volutas, uvas, rosetones y innumerables y esbeltos ornamentos artísticos conforman esta obra arquitectónica única. El retablo del camarín, soportado sobre cuatro columnas salomónicas, extremadamente engalanadas dejan boquiabierto al observador. La decoración de la iglesia y camarín corrió a cargo de Juan Montañana, confeccionada con estuco y esgrafiados trabajados sobre los propios lienzos de la capilla.
El camarín sorprende al descubridor, tanto por la grandeza de su artesanía decorativa como por encontrarse en un municipio como Caudiel, intrincado entre la Sierra Espadán y Sierra Espina y con poco más de seiscientos habitantes. Es por tanto un tesoro solo apto para verdaderos descubridores amantes del arte sacro.
En la iglesia destacan los zócalos de rica cerámica de Alcora, trece lienzos en el retablo del altar e incluso casi ocultos en los altares laterales, se encuentran pinturas de Vicente Castelló y José Camarón, así como una Purísima de alabastro de Trapani o un magnífico relicario con una carta de Santa Teresa y decenas de esculturas que inspiran una profunda religiosidad.
Ahora, la iglesia y el camarín ofrecen su mejor cara tras haber sido completamente restauradas gracias a la celebración en estos espacios de la exposición la Llum de la Memoria, que ha recuperado gracias al Servicio de Restauración provincial, el esplendor arquitectónico y artístico de este legado único en toda la Comunitat Valenciana.