Vía verde del mar

De Benicàssim a Oropesa

A orillas del mediterráneo y con todo el sabor a mar, la vía verde de Benicàssim a Oropesa se convierte en un singular itinerario para recorrer en familia. Está preparado para realizarlo a  pie o en bici y se encuentra totalmente adaptado para personas con movilidad reducida.

Hacía 1872, el ingeniero de ferrocarriles, Joaquín Coloma, dirigía las obras de construcción de la línea entre Almansa y Tarragona. Así fue como recaló en Benicàssim, donde la difícil orografía del terreno le hizo permanecer más tiempo del esperado. Cuentan que desde la zona de Els Canons, donde se ubicó el apeadero de Benicàssim y contemplando la bahía, se quedó tan prendado de ella que decidió convertir aquella playa en su residencia de verano.

Precisamente, desde ese mirador privilegiado, arranca la Vía Verde del Mar que recorre 5,5 kilómetros por el antiguo trazado del ferrocarril. El caminante deja atrás la playa de Voramar y se adentra a través de una trinchera de altísimas paredes, en este antiguo camino ferroviario. El senderista recorrerá varios tramos entre firmes paredes talladas en la roca y atravesará dos túneles, antes de llegar al final del recorrido en Oropesa.

Por el camino, las estribaciones de la sierra rompen contra el mar y se convierten en un paisaje esencial para disfrutar de la naturaleza. Palmas, pinos, romero, tomillo y toda clase de flora mediterránea se muestra junto a la vía verde tiñendo de aromas fragantes el paseo.

A lo largo del año se programan visitas guiadas también a la vía verde de especial atractivo, como la nocturna que se realiza en la fiesta de Halloween o la de luna llena en verano.

Las playas del Bellver y la agreste “Renegà”, son algunos de los rincones que el excursionista no puede perderse en este trayecto, bajando incluso hasta la orilla del mar. 

A buen paso, el recorrido total de la vía verde se podría hacer en una hora, pero es preferible ir sin prisa y poder visitar todos los rincones que el itinerario esconde. La torre Colomera, antiguo torreón vigia, se alza sobre el acantilado del Gigante. A ella se llega por un corto sendero imprescindible para el visitante. Dos kilómetros más allá, sucede lo mismo con la torre de la Corda, protagonista y testigo de los innumerables ataques berberiscos a estas costas.

A la salida de la trinchera del último torreón, se eleva en un terraplén sobre el barranco de la Dona que ofrece una maravillosa vista del oleaje batiendo contra la montaña. Un tramo que termina en el túnel de El Bovalar, de 600 metros y que se convierte en una emocionante aventura para los más pequeños.

Y de la oscuridad hasta la clara luz y fantásticas vistas a las calas de Oropesa que el caminante recibe como premio a la salida del pasadizo. Aún así, para los más intrépidos, el túnel también se puede sortear, elevándose por un sendero sobe la roca que une las dos bocas del paso subterráneo.

Ya en el extremo de Oropesa, decenas de embarcaciones en el Club Náutico y la cala del Retor, dan por finalizado este recorrido que siempre tiene como recompensa, el viaje de regreso para saborear con más intensidad este emocionante recorrido.

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