Els peregrins de les Useres

Misticismo, religiosidad y una tradición con profundas raíces.

El misticismo y la religiosidad acompañan a la mayor parte de las tradiciones más arraigadas en los pueblos que se extienden a lo largo y ancho de la provincia de Castellón. Pero si hay una cita imprescindible en cualquier visita durante el mes de abril, es la que tiene lugar el último viernes en Les Useres.

Declarada como Bien de Interés Cultural Inmaterial en el 2016, la festividad de Els Peregrins de Les Useres se convierte en uno de los máximos exponentes de la expresión devocional de la provincia. Su singularidad ha logrado que trascienda a la estricta manifestación de un acto de fe, para convertirse en un atractivo cultural y por lo tanto turístico, muy recomendable.

Trece hombres recorren en introspectiva oración el camino que separa su municipio del ermitorio de Sant Joan de Penyagolosa, por parajes agrestes de excepcional belleza, a través de los cuales emulan la figura de Jesucristo y los doce apóstoles, acompañados por un séquito de devotos, el cura y un representante municipal.

Entonando el solemne canto O Vere Deus, los peregrinos inician su andadura desde la iglesia de la Transfiguración del Señor de origen gótico (1613)

Existe la convicción de que la peregrinación tiene su origen en época medieval, y a pesar de que se desconocen con exactitud las razones que la motivaron, con toda probabilidad se trataría de la manera en la que los vecinos del pueblo se encomendaban a Dios para solicitar su intercesión contra las enfermedades, ante la escasez de lluvia en épocas de sequía, o por la necesidad de protección en tiempos de guerra.

La liturgia de esta celebración se vive en Les Useres desde los días previos al inicio de la peregrinación, propiamente dicha. Se suceden los actos religiosos de un triduo que tiene su momento culminante cuando los peregrinos salen de la iglesia de madrugada, descalzos sobre un manto de hiedra, rodeados de una multitud que guardará un escrupuloso silencio, casi hasta estremecer. A las afueras del municipio se calzan para recorrer los más de 36 kilómetros de su ruta ancestral, divididos en seis estaciones en las que se interpretan cantos gregorianos y se reza el rosario.

Lo que sucede a su llegada al ermitorio de Sant Joan de Penyagolosa solo los peregrinos lo saben. Dice la tradición que se trata de una ceremonia del perdón de la que los protagonistas no hablarán con nadie cuando finalice. Su regreso a Les Useres está cargado de solemnidad. Incluso los más ajenos a esta costumbre, son incapaces de no emocionarse ante una experiencia trascendental que ha sobrevivido al paso de los siglos.

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