Han pasado 601 años desde que Pedro Martínez de Luna, Benedicto XIII, el “Papa Luna” murió entre las murallas del castillo de Peñíscola. Entre sus muros aún resuenan sus palabras afirmando: “Soy el verdadero Papa”. A pesar de su excomunión y de ser declarado hereje, él fue en realidad, el único papa del Cisma de Occidente que era cardenal antes de un conflicto que tuvo en jaque a toda Europa durante casi medio siglo.
Tal vez por eso, al llegar a la explanada que da acceso a la magnífica fortaleza de Peñíscola, la imagen del Papa Luna, infunde en el visitante la sensación de estar dando un paso atrás en la historia. El enorme bastión sobre el peñón de la ciudad fue la obra cumbre de la Orden Templaria en España.
Cuentan las leyendas que los del Temple quisieron replicar su fortaleza de Jerusalén en Peñíscola porque, entre ambas y, enlazadas con otros puntos del territorio, se centran allí poderes telúricos. Sea como fuere, cada una de las piedras del castillo esconde secretos. ¿Puede permanecer oculto aún en el castillo el tesoro de los templarios? ¿Existe algún escondrijo no hallado donde se encuentra el códice del Constantino en su cánula de oro?
Recorrer las estancias del castillo, por libre o en visita guiada o teatralizada, es imprescindible para el viajero que puede descubrir, a cada paso, la belleza de la piedra y sus misterios: el patio de armas, la sala del conclave, la biblioteca privada del Papa, la capilla, las torres y murallas y, como no, la pequeña escalinata por la que cuentan que el Papa escapaba al mar.
El castillo es la mejor excusa para disfrutar de una ciudad maravillosa que ofrece al visitante todo lo que necesita para disfrutar de su estancia.
Teatro y música
Hasta el 20 de julio, siete obras clásicas del arte de Talia, se representarán en la explanada del castillo en el XXVII Festival de Teatro Clásico. Este evento, junto al Festival Internacional de Música Antigua y Barroca, actuaciones de jazz y sus recreaciones históricas en el alcázar, son la mejor cita para los amantes de la cultura
Ciudad para todos los públicos
Peñíscola es también el lugar ideal para compartir en familia. Un casco histórico encalado de callejuelas que serpentean desde los pies del peñón acompañados por una pequeña pirata y un caballero se convierte en un alucinante recurso para los más pequeños. Así, toda la familia podrá descubrir el Bufador del mar, encontrar la casa de las Conchas o el faro.
Pero, además, la ciudad alberga el Museo de la Magia del archiconocido Mago Yunque. O el laberinto natural más grande de España, con 7000 m2 de superficie y 3 kilómetros de recorrido.
Todo ello sin olvidar sus maravillosas playas urbanas y, las siempre atractivas calas salvajes de la Sierra de Irta: Cala Argilaga, la Petxina, el Pebret, la del Russo y tantos recovecos que, ofrecen un rincón natural único para tomar el sol y bañarse en el Mediterráneo.
Peñíscola de cine
La belleza de la ciudad y su entorno no ha pasado desapercibida al séptimo arte y Peñíscola se ha convertido, en innumerables ocasiones, en plató de cine. Así que, si quieres sentirte como El Cid a caballo acercándose al castillo, como Tyrion Lannister en Juego de Tronos o el director del Ministerio del Tiempo, tu ruta es la de los escenarios de película.
Sabores del Mediterráneo
Y si algo es absolutamente increíble en Peñíscola es su gastronomía. En los centenares de establecimientos hosteleros que salpica la ciudad, podrás saborear los mejores productos del mar, de la huerta y la cabaña de Castellón, elaborados con exquisita destreza por cocineros de primer orden.