La Cueva Santa de Altura.

La Cueva de la Fe.

Al primer paso dentro de la Cueva Santa, el viajero siente que accede a un lugar sagrado. Decenas de devotos han dejado las huellas de su agradecimiento por los favores recibidos, en modo de ofrendas, como pequeños retablos cerámicos que jalonan el descenso a la gruta.

A 20 metros de profundidad se oculta del mundo una preciosa capilla levantada en el siglo XVII en honor a la Virgen. Este oratorio se levantó con confección de sillares y mampostería y en él se encuentra un retablo rodeado por columnas salomónicas de jaspe y pedestales que alberga en su interior las imágenes de San Joaquín y Santa Ana, los padres de la Virgen. Al igual que un panel de mármol que vuelve a representar a los abuelos de Jesucristo con su hija aún niña.

Este templo subterráneo es uno de los lugares más venerados de la provincia, no en balde, la Virgen de la Cueva Santa es la patrona de la diócesis de Segorbe-Castellón. Y no solo eso, sino que su veneración se extiende por numerosas ciudades de todo el mundo y sus milagros han trascendido a lo largo de la historia.

La figura de la Virgen que encontró el pastor está confeccionada en yeso, con unas medidas de 20 centímetros de ancho por 10 de alto. Se mantuvo intacta hasta la guerra civil, tras la cual fue encontrada rota en varios fragmentos. La Virgen de la Cueva Santa es una de las escasa imágenes en la que María aparece como una anciana, con traje de luto y sobretoca en la cabeza.

La leyenda cuenta que Fray Bonifacio Ferrer, hermano de San Vicente Ferrer, fabricaba figuras de la Virgen en bajorrelieves de yeso que repartía a los pastores para que guardarán devoción a la madre de Dios. Al parecer, uno de aquellos pastores, dejó abandonada su imagen en la conocida como cueva del latonero, donde había buscado refugio. Más de un siglo después, sería otro pastor guiado por la aparición de la Virgen, quien encontraría la figura. A partir de aquel momento, los milagros, curaciones y favores se han sucedido a lo largo de los siglos y hasta hoy en día. Actualmente, se celebran casi una veintena de romerías desde distintos pueblos de los alrededores hasta la Cueva Santa.

El recogimiento, la espiritualidad que se siente en aquella capilla en las entrañas de la tierra, transmite los siglos de historia y vivencias de millones de personas que han acudido durante siglos en busca del consuelo de la Madre de toda la humanidad.

La visita a este recinto sagrado es una experiencia inigualable. Pero ademas por el entorno donde se encuentra: en la ladera de Montemayor, a 811 metros de altitud y con un paisaje único de la Sierra Calderona. Segundo por que la belleza exterior, compite con la singularidad del descenso a una gruta en la que los últimos estudios espeleológicos han descubierto grabados y pinturas ancestrales en zonas todavía inexploradas de la cueva. 

En los alrededores es visita obligada el Rosario monumental que culmina en una imponente Cruz que se alza sobre el territorio como un emblema de fe. Es destacable el Rosario de Antorchas que se celebra en octubre. Así como el Via Crucis compuesto por grupos escultóricos de gran envergadura.

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